Programa de Internado Rural Interdisciplinario

Conferencia “Viaje al Cuerpo”, Dra. María Angélica Illanes Oliva

El año 2015, el Departamento de Salud Pública de la Universidad de la Frontera inauguró la Quinta versión del "Magister en Salud Pública Comunitaria y Desarrollo Local", actividad que contó con una gran participación tanto de académicos como de estudiantes de nuestra casa de estudios. La apertura y la clase magistral de la ceremonia estuvo a cargo de la Dra. María Angélica Illanes Oliva, académica de la Universidad Austral de Chile, quien presento una clase denominada "Viaje al Cuerpo".

La Dra. María Illanes es conocida por su gran contribución a la Salud Pública de Chile, destacándose como hito importante el premio otorgado por la Sociedad Chilena de Salubridad en el año 2002 por la primera edición de su libro "En el nombre del Pueblo, del Estado y la Ciencia. Historia Social de la Salud Pública. Chile, 1880/1973. Para una historia social del siglo XX. (Colectivo Atención Primaria, 1973).

Entre sus publicaciones más significativas están: "Ausente, señorita". El niño-chileno, la escuela para-pobres y el auxilio. Chile, 1880-1990 (1992); La dominación silenciosa. Productores y prestamistas en la minería de Atacama. 1930-1960 (1992); Poemario Popular de Tarapacá. 1889-1910 (co-editora junto a S. González y L. Moulián) (1998); La batalla de la memoria. Ensayos históricos de nuestro siglo. Chile, 1900-2000 (2002); Chile Des-centrado. Formación socio-cultural republicana y transición capitalista. Chile, 1810-1910 (2004) y Cuerpo y sangre de la política. La construcción histórica de las Visitadoras Sociales. Chile, 1880-1940 (2007).

A continuación dejamos el extracto de la clase magistral dictada por la Dra. María Illanes Oliva.

Universidad de la Frontera
Magister en Salud Pública
PIRI (Programa Internado Rural Interdisciplinario)
Clase Inaugural
22 de agosto 2015

 

 

CONFERENCIA DRA. ANGELICA ILLANES
"VIAJE AL CUERPO"


I. ¿Qué tipo e ideario de Universidad es la que está ahí encarnado el programa PIRI?

- ¿Cómo visualizamos al programa PIRI?
- Qué realidad es la que es buscada por el programa PIRI?
- Qué relaciones genera el programa PIRI?
- ¿Qué tipo de conocimiento se busca aplicar en esa realidad?
- ¿Qué relaciones de conocimiento se generan a partir de esa experiencia?

II. Finalmente, en otro orden de realidad pero en relación con lo anterior, ¿cómo concebimos o definimos la acción de salud y cómo la comprendemos históricamente?

Al abordar estos distintos puntos, lo haremos desde focos cognitivos y lenguajes diferentes: algunos más intuitivos, otros más racionales, en cuyo tejido y mixtura podamos, quizás, encontrar algún sentido ...

I.

Respecto del concepto, ideario y tipo de Universidad que se manifiesta a través del programa PIRI, su decano lo decía bien: "Buscamos ser una universidad pública, laica, puesta al servicio de la sociedad y la comunidad". Conceptos importantes que recogen la tradición histórica de la universidad en la modernidad.
Enfatizamos "en la modernidad", porque la universidad porta también una tradición pre-moderna, caracterizada por su espíritu elitista, monacal, introvertida, a-histórica, puesta de espaldas a la sociedad de su tiempo o que busca moldearla según su propio pre-juicio. Tradición y espíritu que vuelve a invadirla en momentos en que se entronizan en la sociedad los espíritus autoritarios y jerárquicos que buscan re-habitar la universidad, despertando su "tentación monacal". Hemos conocido bastante algunos rasgos de este rostro pre-moderno de la universidad en las últimas cuatro décadas en Chile.
Sin embargo aquí vuestro decano habla de incentivar: una universidad pública, laica, al servicio de la comunidad. ¿Qué significan estos conceptos?
Al definirla el decano en estos términos, estamos escuchando las palabras que buscan re-direccionar la universidad en dirección contraria a su tradición pre-moderna, monacal, recogiendo las mejores hebras de su tradición moderna: una universidad que abre las puertas del convento que ya no es y que sale en busca de la comunidad como verdadera fuente nutricia de su conocimiento, de su creación y acción. Así, en torno a este desafío se juega también su verdadero carácter "democrático". Pues la democracia de la universidad (como de la sociedad) no se define solo por la participación de sus estamentos en los organismos institucionales, sino principalmente por la apertura de su mirada y de sus puertas a la comunidad, reconociendo en ella la fuente originaria de su saber y de su poder.

La Universidad (tanto en su rostro pre-moderno o moderno) ha sido y es, sin duda, uno de los aparatos culturales más influyentes de la sociedad, desde la cual se entrega, principalmente por la vía de "loas maestro/as", todo el flujo de conocimientos heredados por la humanidad y se crean nuevos conocimientos en relación a las necesidades o a las inquietudes palpitantes del momento histórico que se vive; todo lo cual no sólo se transmite a las nuevas generaciones, sino que se genera con y desde ellas.
A partir de este proceso y fenómeno muy particular, la Universidad está formando a "los intelectuales orgánicos", al decir de Gramsci, que trabajarán interviniendo y re-creando la sociedad, la naturaleza y, en general, la Realidad, a nombre de dicho conocimiento, el que se hace, así, conocimiento activo, praxis. Si no hay intervención, no hay conocimiento realizado, activo, praxis. Y ¿qué es una intervención? Esta praxis que realizan los intelectuales orgánicos universitarios y/o profesionales ¿es una intervención unilateral, racional?
Aparentemente, la intervención es una acción unilateral sobre un algo o un otro pasivo, receptivo. Aparece a menudo como una acción venida desde afuera, aplicada sobre un algo o un otro que lo recibe-adentro.
Sin embargo, estos intelectuales-orgánicos no son meros "técnicos" aplicadores pasivos, portadores y transmisores de conocimientos aprendidos, aunque a menudo se revisten de ese nombre, el que no es sino un disfraz o una máscara para ocultar su rostro. Toda la intervención humana sobre la Realidad es subjetiva, es decir, porta una visión de mundo, una determinada valoración de mundo que es la que, en definitiva, inspira, diseña y dirige dicha intervención, cuyo lenguaje es el conocimiento o saber que la legitima y la habla. Aún más, la intervención humana no sólo es subjetiva. Tendríamos que agregar que toda intervención humana sobre la Realidad es también una acción emotiva-afectiva es decir, lleva consigo una energía de amor o no-amor en su accionar.

II.

¿Cómo visualizamos el programa PIRI?
Vemos, en primer lugar, que este programa es un Viaje; un viaje hacia la tierra profunda, en busca de los cuerpos o de la Vida a cuidar. Es un viaje hacia el centro del Cuerpo por excelencia, la Madre-Tierra, un viaje de Conexión, de Regreso: viaje que sigue la huella del ombligo en busca de nuestro propio cuerpo como Uno con el Cuerpo-Madre. Es un Viaje de búsqueda y de encuentro con algunos eslabones profundos de la "común-idad perdida"; un viaje de Visitación a aquellos que podrían haber conocido o estar viviendo algunos resabios antiguos de comunidad: hermosa palabra que porta dos conceptos llamados a apuntalarse y apoyarse uno al otro para mantener la esencia de su concepto: común-y-unidad.
Podemos escuchar las voces, en segundo lugar, que dicen que en el PIRI la valoración y la intención es el servicio a la comunidad. ¿Qué significa "servicio"? Si tomamos algunas definiciones de la Real Academia, nos damos cuenta que este concepto porta un doble sentido: por una parte, servicio se puede definir, en un sentido instrumental, como, por ejemplo, un "cubierto que se pone a cada comensal" o como una acción en términos de una "prestación humana que satisface alguna necesidad social y que no consiste en la producción de bienes materiales". Es fácil saber cuál acepción –instrumental o humana- se pone en acción en el PIRI cuando son sus propios cuerpos blancos realizando el Viaje hacia el encuentro de la comunidad, para decirles que unos y otros pertenecemos a esa común-unidad.
Nos preguntamos, entonces, en tercer lugar, ¿cuál es la energía emotiva-afectiva con que el PIRI busca hacer su intervención? Podemos ver en los rostros y los gestos, escuchar en las palabras, el amor que ha desembarcado en las costas de este viaje al Cuerpo-Madre y cuerpos hijos y, por lo mismo, la intervención que allí se hace no puede ser una mera acción instrumental, sino una acción amorosa, es decir, humana, que lleva al encuentro con otro, acto que pasa a ser el centro o el sentido mismo de la acción. Encuentro que supone la presencia de más de dos que, aunque muy diferentes, coinciden en un mismo lugar.
¿Cuál es este lugar?, nos preguntamos... El lugar común que ha permitido el viaje hacia este encuentro ¿es un lugar físico, territorial? ¿Es un lugar afectivo, un lugar espiritual? ¿Es un lugar cognitivo?
Queremos concebir el viaje-PIRI hacia el encuentro con el otro en torno a la acción amorosa de visitación y de cuidado de la vida de los cuerpos, básicamente como una acción que se realiza en el lugar común de una relación; se trata de un lugar relacional que es, al mismo tiempo, un lugar físico-territorial, un lugar afectivo-espiritual y un lugar cognitivo. Es decir, el servicio de salud como encuentro con otro genera un campo relacional activo donde emergen múltiples fuerzas que nutren y construyen esa relación de encuentro mutuo.
Como podríamos imaginar, cómo podríamos describir estas fuerzas de campo relacional?
En primer lugar, decimos que este viaje-visitación y este encuentro con la comunidad rural es un encuentro físico, territorial. Los servidores PIRI han acudido, acuden, han viajado, viajan, han hecho, hacen el trans-curso llevando sus cuerpos/mentes cultivados, urbanizados, blanqueados a un lugar otro diferente, donde habitan los cuerpos naturales, puestos en íntimo contacto con el Torrente de la Vida o la germinación de la Semilla... Este lugar se define, así, por ser el lugar de encuentro con el Cuerpo-Madre, con este torrente de vida que impregna el campo relacional con su energía nutricia, auto-subsistente, auto-generada, que porta la Sabiduría y el secreto de su generación. Tras los pequeños dientes y la enseñanza de los hábitos de higiene de los niños, los servidores PIRI quizás han podido ver, sentir a su alrededor: la semilla palpitando bajo la tierra, el verde brillando al sol, el viento fresco revoloteando sobre su pelo... tras las vacunas y las recomendaciones profilácticas, quizás han podido conectarse con la Fuente de la Vida primera y quizás, aún, han podido percibir tenuemente la exquisita experiencia de respirar al ritmo del único palpitar con la madre natura y, quizás también, han podido darse cuenta y auscultarla a Ella misma, ya muy enferma....
En segundo lugar, decimos que este encuentro es un lugar emotivo-espiritual, donde se liberan energías afectivas y espirituales. Los y las sanadoras PIRI van en busca de los cuerpos hijos de la Madre-Tierra, los que palpan, auscultan, conocen, sanan. Cuerpos que se sienten, y en cuya relación son mutuamente afectados. Cuerpos-calientes, cuerpos-tierra que son la materialización de la energía que los y las PIRI tocan, transmitiéndose mutuamente la corriente de afectación, traspasándose a la mano, al nervio propio, a la misma piel tocante. Cuerpos que son la misma Energía que somos; el mismo Ser o Espíritu que somos. Han viajado los cuerpos PIRI para mirar y tocar los cuerpos niños creciendo, los cuerpos dolientes, los cuerpos habitantes en la húmeda tierra de las semillas y el propio cuerpo de la Madre mutilado de sus árboles...: han ido a buscar los cuerpos de la tierra iguales que somos, cabeza, tronco, extremidades que somos nosotros mismos, tocándonos, palpándonos, auscultándonos a nosotros mismos, que somos UNO en el cuerpo otro, espejo, reflejo, agua cristalina fluyendo sobre nuestras células verdes. Haciendo, en este acto de tocar, de conocerles allí mismo, en su propio habitar, comunidad.
En tercer lugar, decimos que este encuentro es un lugar de cruce de fuerzas cognitivas; fuerzas que se expresan en lenguaje, cuyas palabras son las palabras para ser intercambiadas en la tierra profunda de las semillas. No son las palabras cultivadas sino las palabras naturales, las comunes, las que aprendemos de la boca de la madre, las que paladeamos con el sabor de la leche, las que todoas aprendemos del alfabeto de la Vida y que recuperamos al vivir en comunidad. Allí están pronunciándolas los y las PIRI y las pronuncian los habitantes y cuerpos de la tierra y en y entre ellos fluye la corriente de los saberes; los saberes de las hierbas y los saberes de la higiene, los saberes naturales y los saberes cultivados: saberes todos y cada uno provenientes de la misma Madre.
En suma, veo que este lugar y campo relacional posibilitado por el Viaje PIRI y donde tiene lugar y se realiza el encuentro PIRI con los habitantes de la tierra de las semillas, es el lugar para la privilegiada experiencia del encuentro con la Madre o la UNIDAD de la Vida y del Ser en la misma Fuente, recuperando, así, una experiencia de com-unidad.
Veo definido al PIRI fundamentalmente como este "Viaje a la Semilla", al decir de Carpentier. ¿Cómo no regocijarse de ello?

III.

Ya de regreso de este viaje a la semilla-PIRI, cuando hemos podido conocernos y hacernos desde esa experiencia de la Fuente, cuando aún no se consuma el olvido de las palabras naturales, pero cuando ya se siente la omnipotente presencia del lenguaje de las instituciones cultivadas, ¿cómo habremos de definir la acción de salud?
Al menos tendríamos que poder definir la acción de salud y la llamada "salud pública" como el cuidado colectivo de la Vida, cuidado materializado en un cuerpo específico: el cuerpo humano. Esta definición general porta tres conceptos fundamentales: "cuidado colectivo" / "Vida" / "cuerpo humano".
Cuando nos preguntamos por la acción de salud, nos estamos preguntando, en primer lugar, por quién es el sujeto/sociedad que se configura en función de dicha acción. Ello nos remite a un sujeto que realiza el cuidado y ese sujeto, en tanto sujeto colectivo, no es otro que un determinado grupo humano organizado, una sociedad configurada por su modo de organización y su cultura, antiguamente, una "comunidad". Hoy, específicamente nos estamos preguntando por nosotros mismos como sociedad. Según la modalidad, forma, figura y cultura que asumamos como sujeto-colectivo-social, será la modalidad y forma que tome nuestra acción de salud o la acción de cuidado de la vida que realicemos.
Así, ¿quiénes somos, o quienes hemos sido en tanto sujetos colectivos cuidadores de la Vida del cuerpo humano? En pos de una posible respuesta a esta pregunta, haremos un Viaje al cuidado del cuerpo en el tiempo.

1) En tiempos de lo que llamaremos "un modo de organización basado en la producción común de la tierra", el sujeto colectivo es una unidad de personas que se organizan de acuerdo a criterios de género, de edad y de función, pero en el que todos sus miembros pertenecen a una unidad social formada por lazos de parentesco y de vida en común. Así, el cuidado de la vida de cada cuerpo humano es una tarea común que forma parte del cuidado de esta unidad de pertenencia y una responsabilidad del todo y de cada uno, que se apoya en el conocimiento de determinadas personas –yatiri, machis-que saben de algunas técnicas de sanación y conocen las propiedades de las hierbas. Pero es toda la comunidad la involucrada, comprometida y afectada en el proceso de sanación.

2) En el segundo tiempo, cuando se experimenta la división social en clases sociales, habría que diferenciar:

a) Un primer momento en que dicha división social no ha eliminado el usufructo común de la tierra, manteniéndose la comunidad como sujeto colectivo mayoritario y principal. Correspondientemente a la elitización de la sociedad, los cuerpos se buscan diferenciar principalmente en relación al trabajo físico de la tierra. Esta diferenciación física y funcional de los cuerpos no elimina el cuidado colectivo que realiza la comunidad en torno al cuerpo de cada uno de los miembros, la que, como siempre, solicita al personal especial-yatiri para sus consejos, sus rituales sanadores y sus medicinas, participando toda la comunidad del proceso de sanación.

b) Un segundo momento de este sujeto dividido en clases sociales corresponde a aquel en que se va destruyendo esa comunidad de base que se había constituido como sujeto colectivo primario del Cuidado de la Vida del cuerpo de cada uno de sus miembros. Es el momento en que se consolida, en forma hegemónica, la división social en clases de manera general y dicotómica entre ricos (dueños de la propiedad de la tierra y la riqueza) y pobres. En este segundo momento, la propiedad y la riqueza no solo son los elementos que dividen la sociedad en clases, sino que también son los factores que clasifican los cuerpos, correspondientemente, en "cuerpos de ricos" y "cuerpos de pobres". División en la cual el cuidado de cuerpos-de-ricos se garantiza a través del control del poder y del dinero, con el que estos cuerpos aseguran el cuidado privado y de especialistas para sí. Mientras que el cuidado-de-cuerpos-de-pobres se transforma en un problema de difícil solución, dejados al desamparo de la buena voluntad de algunos y de los desprestigiados y perseguidos yatiris y machis. No solo la sociedad se ha dividido sino, correspondientemente, los cuerpos y su acción social de cuidado. Es un momento, además y esto es lo decisivo, en que la comunidad pierde su existencia y, por lo tanto, su responsabilidad cuidadora de la vida del cuerpo de sus miembros constituyentes. Comunidad disgregada que es sustituida por el dinero como mercancía compradora de salud o de cuidado encargado a los especialistas que ahora actúan también como estamento que, a través de ese cuidado privado y como vendedores de cuidado, busca incorporarse, por su parte, a la clase superior que dirige la sociedad. Todas las relaciones sociales se mercantilizan y, por lo tanto, asimismo el cuidado de la Vida de los cuerpos.
Esta sociedad fragmentada en clases que ha perdido su sujeto/comunidad, es una sociedad que vive en la ilusión de la garantía del cuidado de la vida pagadera en dinero, mientras se crea "el otro", el "cuerpo-de-pobres", sin cuidado y sin comunidad, que se deja a la suerte del abandono en los caminos en los márgenes de afuera de la propiedad.
Y se juega con el Fuego de la Muerte, como si este otro, como si este cuerpo-de-pobre-otro no formase, de todos modos, parte del cuerpo de la Vida del todo o del colectivo en su conjunto. Fuego de la muerte que quedaba al desnudo y aún queda al desnudo ( como lo hemos podido ver con el caso del Ébola), cuando las pestes se propagan de los cuerpos-de-pobres a los cuerpos-de-ricos, como una corriente sin control y sin cauce, que busca atacar la Vida en su conjunto, porque la Vida no es sino del Todo.
Así, entonces, el cuidado de los cuerpos-de-pobres se transformó y aún se transforma en un problema de la clase rica-y-dirigente que busca resolver de algún modo, sin que ello suponga la transformación de la sociedad de clases o la recuperación de la comunidad. Este problema se trata de solucionar históricamente, de manera paliativa, a través de una relación fundada en la ética humana que es la caridad: que consiste en encargarse o en encargarle a un segmento humano específico (religioso) el cuidado-del-cuerpo-de-pobres: un grupo que no actúa por dinero, sino que por otros motivos denominados caritativos, filantrópicos, y que establece una relación peculiar con esos cuerpos-de-pobres: una relación de cuidado-sin-recursos o con recursos mínimos entregados por el grupo de cuerpos-de-ricos para un cuidado básico, mínimo, límite y finalmente, un cuidado que cuida la Muerte, y no la Vida propiamente. Se construyen lugares específicos para el cuidado de estos cuerpos-de-pobres (lazaretos, hospitales-de-pobres, asilos, etc.), donde esa enfermedad y esa muerte pueda quedar recluida en límites controlados.

c) Tercer momento. El temor a estos recintos donde se encerraban los cuerpos-de-pobres-enfermos para su cuidado de muerte, induce a grupos lúcidos de estos clasificados "cuerpos de pobres" a reconstruir el cuidado de la comunidad; les induce a re-construir dicha comunidad ya no en función de la producción común de la tierra madre, sino una comunidad semejante, construida en torno a su lugar-de-vida, su territorio, su barrio.
Este constituye un momento muy crucial en que, en plena modernidad, se busca reconstruir la comunidad de cuidado bajo otras formas, bastante más limitada, una comunidad acotada a un grupo de miembros que pertenecen, pero que básicamente busca recuperar su sujeto colectivo como un sujeto comprometido en el cuidado de la Vida de cada uno de sus miembros. Una comunidad que lucha por este cuidado horizontal de la vida de sus asociados, con pocos recursos y en el seno de una sociedad muy clasista.
Hablar de las Sociedades de Socorros Mutuos y su importancia para la recuperación de la comunidad-territorial que se organiza en función del cuidado de los cuerpos de cada uno de sus miembros; ella misma conduce y toma las decisiones sobre los especialistas que han de apoyar en el cuidado de sus enfermos, los que, en definitiva, son contenidos en los brazos de sus sociedades como comunidad de vida y, a menudo, de trabajo.

d) Cuarto Momento. El momento siguiente corresponde a aquel en que, un ente colectivo denominado Estado, busca sustituir tanto la caridad como la comunidad territorial, pasando a controlar los aparatos de cuidado de cuerpos-de-pobres, bajo un pacto de buen cuidado y buen trato. Esta acción se realizó cuando se consideró a la salud del cuerpo-de-pobres como un problema de "seguridad nacional", es decir, cuando se toma razón de que la salud y, especialmente, la grave enfermedad de éstos amenazaba y afectaba la vida del Todo. El texto constitucional (1925) ratifica y otorga al Estado la misión y responsabilidad del cuidado de la Vida de los ciudadanos, el que de este modo, toma el control, difunde y construye aparatos para el cuidado del cuerpo del pueblo por todo el país.
Así, a pesar de que no se transformaron las estructuras de la sociedad de clases, el Estado, en una supuesta posición por encima de dichas clases, busca cuidar el cuerpo del pueblo convocando y contratando su propio personal de salud, los que quedan institucionalizados en estos aparatos de cuidado del pueblo. Se definió, así, un campo de cuidado: la salud pública, la que consistía, en esa etapa, en el cuidado colectivo de la vida del cuerpo del pueblo encarnado en el Estado como entidad política en conjunto con los especialistas. Esta salud buscó ser hegemónica y lo fue en ciertos momentos.
Se buscó paliar la sociedad fragmentada en clases a través de un sistema ampliado de cuidado de los cuerpos del pueblo, inclusivo, que incorporaba a toda la clase trabajadora y sus cargas familiares. Los aparatos rebalsaron de cuerpos solicitantes y se debieron ampliar crecientemente. El cuidado de élite quedó recluido, junto con ella, en sus lugares-clínicas para el cuidado de sus cuerpos.
Por su parte, los trabajadores demandaron permanentemente su participación o la democratización de los aparatos públicos de salud, lo que significaba la apertura de dichos aparatos a la participación de la comunidad colectiva en el cuidado de sus propios cuerpos estatalizados.
Este proceso tiene un punto de culminación en el gobierno de Allende, cuando, con una visión pre-clara del sentido y significado de la democratización de la salud pública, el Estado buscó incorporar a las organizaciones del pueblo en los aparatos de cuidado de su cuerpo, como, asimismo, re-construir comunidad como sujeto activo en este cuidado, a través de la creación de las "brigadas comunitarias de salud". Una trilogía "comunidad / organizaciones sociales y de trabajadores / aparatos de salud con su personal de salud". Es decir, una sociedad ampliada estaría participando en el cuidado colectivo de la Vida del cuerpo-del-pueblo. Modelo que buscaba su plena hegemonía a través de un Servicio Único de Salud para Todos. La salud pública se entendía, así, como cuidado de la sociedad en su conjunto, dirigido a todos los cuerpos de la sociedad viva. De este modo, desde el cuidado de los cuerpos de Todo el Pueblo como entidad corporal universal o unitaria, se daba un golpe decisivo a la sociedad fragmentada en clases, restituyendo su unidad corpórea.

El momento golpe militar.
En la época de la dictadura, la tarea que se impusieron los dictadores, militares y civiles, fue la re-construcción del orden basado en la diferenciación y jerarquización de clases sociales. Esto se hizo no sólo a través del régimen de propiedad privada de la tierra y de todos los medios de producción, sino también y muy principalmente, a través de la diferenciación de los cuerpos y de su cuidado: esto como una clave decisiva del ordenamiento y jerarquización de clase.
Se vuelve a la categorización de cuerpos-de-pobres en materia de cuidado de la salud, a quienes no sólo se atiende en aparatos de salud con recursos humanos y técnicos mínimos, sino a quienes no se atiende... sino en plazos imposibles, a través de lo cual se le dice, que su cuerpo, es decir, que su vida es un asunto secundario para la sociedad, que sus cuerpos no son iguales, sino otros, que no tienen "derecho" a la atención del Estado y de los especialistas, imponiéndose, ocultamente, el criterio de la caridad en pleno siglo xxi.
El mecanismo del largo tiempo de espera se ha utilizado como una vía clave para la des-igualación; mecanismo racionalmente planificado como la vía más eficaz para enviar el mensaje: "tu cuerpo no merece una atención oportuna porque eres un cuerpo-de-pobres y debes saber que los cuerpos-de-pobres no forman parte de la política de salud como cuidado de la Vida, sino apenas de la salud como cuidado de la Muerte. Debes saber –se nos quiere decir cuando somos rechazados por meses-, que al formar parte del grupo "cuerpo de pobres", constituyes una categoría específica dentro del orden social: estás en una condición de inferioridad, carente de derecho y de posibilidades de exigir; eres un cuerpo que ha de someterse a los dictámenes y directrices que se establecen desde arriba para estos cuerpos.
Entretanto, todo el resto del sistema de salud se mercantiliza, debiendo los "cuerpos-de-ricos" que en realidad no son sino "cuerpos-dinero", comprar a altísimo precio el cuidado de su cuerpo como una condición para salvarle la vida a su cuerpo transformado en mercancía.
En definitiva, todos los cuerpos, estratificados y jerarquizados, se reconocen en función de su Ser-Mercancía: el único "derecho" validado y legitimado como tal.
Los cuerpos-de-pobres, al sustraerse de esa lógica, son severamente castigados...hasta el punto en que muchos, tantos, temerosos de perder la vida, consiguen la platita, terminan pagando, mercantilizándose. Alienación absoluta ; pérdida de Sentido.

Es un sistema en que los aparatos de salud, incluso a nivel primario, se separan de la comunidad territorial, separación que se manifiesta principalmente en el guardarse adentro de los aparatos el personal de salud, manteniendo su extrañamiento y a la defensiva respecto de una comunidad que perciben como cuerpos meramente demandantes, sin derechos y a quienes se mantiene en un status de inferiorización, principalmente a través del cultivo de su miedo al no-cuidado. Un notorio autoritarismo reina en sus pasillos...

La cuestión del cuidado de la vida de los cuerpos del pueblo ciudadano está pendiente. Se han notado algunas nuevas contrataciones de personal de salud y eso es un paso importante que hay que continuar decididamente, con el fin de dar excelencia y prontitud adecuada en la atención, como una vía clave para terminar con la estratificación corporal que ha estado fragmentando gravemente nuestra sociedad.
Poco o nada abren sus puertas los aparatos de salud a una relación nutricia con la comunidad, no viajan los médicos de familia a visitarla, no acuden a su habitar, no saben de su habitar... Para una política del cuidado de la Vida, sería necesario también que los aparatos se abran y que los especialistas, como los PIRI, salgan, hagan el viaje hacia la comunidad que los rodea, dialoguen, compartan, conozcan sus casas y su gente y sus propios métodos de sanación y saberes caseros, que sepan de sus cuerpos como cuerpos habitantes de un lugar común, la casa Madre, en el seno de cuya vida queremos cuidarnos y sanarnos conjunta y mutuamente.
Gracias